¿Es bueno acercar a los niños al dolor?
Los dolores de la vida no se pueden evitar, pero tanto niños como adultos pueden elegir cómo vivirlos y salir fortalecidos de las malas experiencias.
La muerte de un ser querido, el alcoholismo de un hijo, el desempleo del cónyuge, un divorcio, un suicidio. De pronto la vida pierde sentido, nos invade la sensación de que hemos perdido el control de nuestro destino y sentimos un gran dolor.
¿Cómo sobrevivir a esa prueba tan dura? ¿Cómo aminorar el dolor? ¿Cómo salir fortalecido de esa circunstancia?
Aunque en el momento pensamos que no hay salida en realidad sí existe una. Se llama resiliencia, la capacidad que todos tenemos para sanar las heridas más profundas y salir fortalecidos de la adversidad.
La resiliencia es una invitación a los adultos a sanar sus propias heridas para luego dejarles a los niños un ‘botiquín resiliente’ al que puedan recurrir cuando lo necesiten.
Seguramente has escuchado la palabra pero en realidad no sabes qué significa. Para entender qué es y qué no es la resiliencia platicamos con Valeria Schwalb, psicóloga argentina y autora del libro ‘Todos somos resilientes’ publicado en 2012 por Editorial Paidós.
La resiliencia es una herramienta poderosísima que nos ayuda a alcanzar la felicidad independientemente de lo que la vida nos tenga reservado a cada uno de nosotros.
“No es un don, es una capacidad potencial que tenemos todos los seres humanos y que quizá desconocemos” explica Valeria Schwalb, psicoterapeuta que afrontó la pérdida de su hija de tres años y medio por un cáncer.
Y no solo es la capacidad para superar conflictos, también es la herramienta para salir fortalecidos de ellos.
Cuando la vida nos coloca ante un hecho doloroso solemos pensar que es el fin, que acabaremos mal para siempre, pero es justo en la adversidad cuando descubrimos que somos más fuertes de lo que pensamos.
“Defino resiliencia como la capacidad de sanar lo que no siempre podemos curar” agrega la escritora. Porque no es lo mismo sanar que curar. Sanar es una búsqueda interna, una decisión sobre cómo me comportaré ante lo vivido, mientras que curar es buscar en el exterior algo o alguien que me otorgue el remedio necesario para calmar mi dolor.
Algunas personas nacen con una capacidad resiliente más desarrollada que otras, de forma natural hallan esas herramientas de crecimiento interno, mientras que otras personas tienen que trabajar con ahínco para encontrarlas. “Algunos nacen, otros se hacen, pero todos somos resilientes”.
Valeria Schwalb destaca la importancia de crear un botiquín resiliente, el cual debe estar lleno de las diversas herramientas que podemos necesitar en los distintos ámbitos de nuestra vida.
El botiquín resiliente debe contener buen humor, flexibilidad, capacidad de escucha, aceptación de las diferencias, confianza, demostración de afecto, sentimiento de pertenencia a un grupo, amor hacia una misión en común.
“Cuando los hijos tienen problemas y los vemos sufriendo nos lamentamos no haberlos preparado de manera consciente para los golpes de la vida. También creemos que el niño quedará arruinado para siempre, pero no es así si hacemos uso del botiquín”.
Valeria considera que sí. Los menores necesitan un acercamiento a la verdad porque comprenden más de lo que pensamos, así que poner en palabras lo que están percibiendo ayuda a que ellos hagan preguntas sobre la situación y su nivel de angustia disminuya.
Por supuesto que el acercamiento a la verdad debe basarse en su edad, madurez y circunstancias. “No es lo mismo hablar de la muerte con un niño de 2 años que con uno de 10”.
Negarle a un niño la posibilidad de hablar de su sufrimiento, —alerta Valeria— afecta su desarrollo, así que no condenes al silencio ni le permitas fantasear con una situación delicada.
La desaparición y el suicidio de un ser querido sin duda son dos de las situaciones más difíciles de explicar a un niño, pero es vital explicarles la gravedad de lo que se está viviendo.
¿Está mal que un chico vea llorar a un adulto? Si bien una escena demasiado dramática podría asustar al niño, que un menor vea a un adulto llorar por un desaparecido o un muerto es una forma de explicarle sin palabras que la familia atraviesa una situación muy dolorosa.
Aunque no se les debe evitar el sufrimiento al niño, sí es importante que el menor sepa que el adulto está ahí para contenerlo y que pase lo que pase estará allí para protegerlo.
La resiliencia es más común de lo que te imaginas. Desde que dejamos el seno materno y nos adaptamos a este mundo ruidoso y caótico ya nos enfrentamos a un ámbito adverso que nos marca.
“Desde que llegamos a este mundo aprendemos resiliencia para poder subsistir, para respirar por nuestros propios medios, para aprender a comer, para aprender a estar lejos de nuestra madre, en todo el proceso evolutivo estamos aprendiendo resiliencia, pero a veces solo lo notamos en situaciones adversas” puntualiza Valeria Schwalb, columnista de diversos medios de comunicación.
Tómate un minuto para pensar en todo lo que has aprendido a lo largo de la vida. Seguro has acumulado grandes lecciones, pues poco a poco has adquirido herramientas de las vivencias que has tenido, y tal vez no vivas con esa capacidad resiliente desplegada, así que por eso es recomendable acercarse a psicólogos, médicos o educadores, aunque la realidad es que la resiliencia se aprende desde nuestros primeros momentos de vida y, sobre todo, en la familia.
“A veces nos esforzamos en darles a los chicos un lindo cuarto, ropa adecuada, alimentación sana, vacaciones, sin percatarnos de que también tenemos que enseñarles a superar las adversidades. Si se está viviendo algo difícil en casa y los tutores aprenden y se fortalecen de esa vicisitud entonces se le está enseñando al niño resiliencia” precisa la autora del libro ‘Todos somos resilientes’.
Recuerda que la vida no es color de rosa, es una paleta de colores y debemos estar preparados para enfrentar lo que sea.
¿Cómo lidias con los problemas grandes en casa y con tus hijos?