El consumo excesivo de bebidas azucaradas en México es un factor determinante en las altas tasas de obesidad y enfermedades como la diabetes. Ante este panorama, especialistas en salud y finanzas públicas proponen una medida drástica: aumentar el precio de los refrescos en un 20%. Esta estrategia, respaldada por la Organización Mundial de la Salud (OMS), busca un doble impacto: reducir significativamente el consumo y generar recursos que podrían destinarse al sector salud.
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Pero, ¿qué tan efectiva sería esta medida? Un análisis de la evidencia y las lecciones aprendidas de políticas anteriores nos da un panorama completo.
¿Por qué un aumento del 20%?
Según Judith Senyacen Méndez, especialista del Centro de Investigación Económica y Presupuestaria (CIEP), un aumento del 20% en el precio de las bebidas azucaradas podría reducir su consumo entre un 16% y 19%. Esta cifra es un porcentaje recomendado por la OMS desde 2016 y se basa en la sensibilidad de los consumidores al precio.
El impacto sería mayor en jóvenes y personas de bajos ingresos, que son más sensibles a estos ajustes. Si el costo de los refrescos sube, estas poblaciones tenderían a reducir su consumo de manera más significativa, impactando de forma directa en su salud.
Beneficios para la salud y la economía
La propuesta de un alza al impuesto a refrescos en México no solo se enfoca en el consumo, sino en la salud pública y el desarrollo económico.
- Impacto en la salud: Un estudio de Fundar estima que un aumento del 20% podría prevenir hasta 970,000 casos de obesidad. Esto es crucial, ya que el consumo de azúcar es una de las principales causas de muertes por enfermedades cardiovasculares, con un impacto devastador en las comunidades más marginadas del país.
- Recaudación fiscal: La medida podría generar una recaudación anual de más de 104,000 millones de pesos, una cantidad equivalente al 60% del presupuesto del IMSS-Bienestar. Los expertos sugieren que estos recursos se destinen a programas de prevención y atención a la salud.
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Lecciones del pasado y propuestas para el futuro
La polémica sobre la efectividad de un impuesto a refrescos en México no es nueva. En 2014, se aplicó un Impuesto Especial sobre Producción y Servicios (IEPS) de 1 peso por litro. Aunque el Instituto Nacional de Salud Pública (INSP) reportó una disminución del 6% en el consumo, otros estudios como el del Colegio de México (Colmex) lo consideraron un impacto mínimo.
Hoy, ese impuesto de 1.64 pesos por litro representa un porcentaje muy bajo del precio final, por lo que su impacto ya no es significativo. Expertos de Fundar han propuesto un cambio más radical, sugiriendo un precio de 7 pesos por litro y que la industria pague impuestos bajo un régimen fiscal especial que limite las deducciones en marketing y publicidad.
En resumen, la propuesta busca que esta política fiscal sea una herramienta poderosa para proteger la salud de la población, especialmente la más vulnerable.