Como parte de nuestra herencia cultural existe la falsa creencia de que es más rápido y práctico “soltar un buen grito” o “dar una buena nalgada” sin embargo, tanto mi esposa como yo reflexionábamos sobre la conducta de nuestra hija y nos sentimos angustiados, porque vimos que con nuestra manera de disciplinarla en lugar de corregir su conducta, generábamos más estrés y la estábamos volviendo más desconfiada e insegura.
Cariño y buen trato
Encontramos que existe un movimiento que tiene como objetivo generar un estilo de crianza, que promueve una cultura de cariño y buen trato, que consiste en tener toda una serie de procedimientos y técnicas para tener relaciones más sanas al interior de la familia, es un estilo de vida que implica ver al mundo con ojos diferentes, de necesidad de mejoramiento, de amor por nosotros mismo y por el mundo que nos rodea.
Descubrimos que criar con cariño y buen trato, es un proceso positivo que lleva al desarrollo de niños, hombres y mujeres a sentirse sanos y felices por lo que son, y un padre y una madre que independientemente de la técnica de crianza que utilicen, tienen la convicción que “cualquier forma de maltrato” aunque sea por el bien de nuestros hijos. No puede ser una buena técnica disciplinaria.
Ahí aprendimos sobre cómo disciplinar bajo esta noble visión a nuestra hija y juntos queremos compartir estas seis técnicas que nos han resultado muy efectivas:
1. Cuando le gana la emoción a tu razón
Algo de cierto tiene contar hasta diez antes de llevar a cabo una acción o emitir un comentario después de una situación desafiante, ya que cuando la víscera nos gana, regularmente no surge nada bueno, nada que agregue valor sino más bien dolor.
Es precisamente aquí cuando debes hacer un alto para reflexionar y permitirle un espacio, un pequeño resquicio de entrada a tu razón, de tal forma que puedas: sí, mostrar tu enojo; sí, expresar tus sentimientos (haciéndote responsable de ellos), y sí, hablar sobre las consecuencias de la situación pero sin agredir físicamente, verbalmente o del tipo que sea. No olvides ser duro con el problema pero suave porque esa persona es tu hijo o tu hija.
2. Cuando es más importante tu apariencia que tu esencia
La sociedad siempre marcará una pauta a seguir; sin embargo, es importante que mantengas un nivel prudente de relación con ella, es decir, sin sacrificarte, sin dejar que te absorba y sin pasar por alto los espacios de interacción con tus hijos que regularmente están llenos de sorpresas y alegrías.
Aprende de tus hijos, escucha lo que te quieren decir desde su simpleza, su sencillez y sus ocurrencias, porque pueden darte pautas precisas para que seas mas tú y no el que la sociedad quiere que seas. Recuerda que el ego tiene mil máscaras y nuestros hijos son excelentes para quitarlas
3. Cuando te impones sin oportunidad para hacer acuerdos
A veces tus miedos y prejuicios frenan tus posibilidades para ejercer tu autoridad de manera creativa con tus hijos ante situaciones desafiantes o divergentes y terminas imponiéndoles tus ideas y tus razones, pero es importante que no te confundas entre la imposición y el establecimiento de límites.
Cuando me doy la oportunidad y establezco acuerdos con mi hija, ejercito mi creatividad de tal forma que abordo una situación o problema desde una perspectiva totalmente distinta a la que originalmente había pensado (sobre todo si quiere ver diez veces la misma película en un solo día). Te invito a que busques más hacer acuerdos con tus hijos porque te impresionará su capacidad para entenderlos, asumirlos y llevarlos a cabo.
4. Educar congruentemente
Aunque la escuela y el contexto cotidiano en el que se desenvuelven nuestros hijos son sumamente importantes, la verdadera educación se da en la casa pues es ahí donde se experimenta la íntima relación entre tus hijos y tú, así que te invito a educarlos dando lo mejor de ti y siendo consistente entre lo que piensas, lo que dices y cómo lo haces. No puedes desearles que sean felices si lo que ven en ti (y además promueves) es una vida miserable. Así que recuerda:
“Que tus acciones hablen tan fuerte, que tus palabras no se escuchen”.
5. Educar conscientemente
Ayudarle a entender a nuestros hijos que todas las acciones que realicen y todas las decisiones que tomen, tendrán una consecuencia positiva o negativa y esto será siempre mejor que educarlos para que lo ignoren, lo olviden o peor aún, se culpen.
La culpa es el mejor invento que el hombre ha creado para evitar que asuma las consecuencias de sus actos por lo tanto, es nuestra tarea vital la concientización humilde y consciente de nuestros hijos para que asuman en paz, los resultados de sus decisiones y sus actos, de esta forma en un futuro no muy lejano tus hijos podrán decirte:
“Gracias por enseñarme a ser responsable”.
6. Amar incondicionalmente
Más allá de tus penas y sufrimientos, tu paternidad o maternidad en esencia es generosa, honesta, compasiva y sobre todo, amorosa. Por eso, el mejor regalo para tus hijos, es propiciar un entorno totalmente libre de tensiones, manipulaciones, abusos físicos o mentales, rechazos, humillaciones, violencia y crueldad.
Tus hijos deben de crecer sabiendo que son amados de manera absoluta y total, sin que les pidas nada a cambio (incluyendo el no esperar que te atiendan o te cuiden cuando estés viejo, ¿eh?). Así podríamos concluir con un simple pero profundo:
“Te amo por el simple hecho de ser”.
Está claro que tu objetivo es llegar a ser una mamá o un papá responsable que genere confianza, que fomente una educación viva y práctica, que propicie una cultura de cariño y buen trato, que genere alegrías, gozo, amor, dulzura, bondad y, sobre todo, compasión. Una mamá o un papá que busque fortalecer la congruencia. Mamás o papás con estas características van a beneficiar no sólo a sus hijos, sino a la sociedad entera.
FUENTES: Bavolek J. Stephen.- Manual Para Padres de Crianza Con Cariño.- Ed. Family Development Resources Inc.- 1985, Matence E. Ma. Teresa.-Principios Básicos para Una Educación Centrada en el Cariño.- Crianza Con Cariño y Buen Trato, A.C.- 2000
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