Convivir con un gato no solo es una experiencia gratificante en términos emocionales, sino que también tiene beneficios significativos para la salud respaldados por la ciencia. Los gatos, aunque independientes y misteriosos, generan un vínculo especial con sus dueños, lo que contribuye a una mejor calidad de vida. A continuación, te presentamos 7 razones por las que deberías tener un gato y los principales beneficios que estos felinos aportan al bienestar físico y mental, según estudios científicos recientes.
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Uno de los beneficios más destacados de tener un gato es su capacidad para reducir el estrés. Según investigaciones, acariciar a un gato puede disminuir los niveles de cortisol, la hormona del estrés. El acto de acariciar a un felino provoca una sensación de calma, gracias a la liberación de ondas theta cerebrales, que están asociadas con estados profundos de relajación.
Además, la convivencia diaria con un gato puede actuar como un regulador emocional. El simple hecho de saber que nuestra mascota está presente, y en muchos casos cercana físicamente, contribuye a una reducción significativa del malestar psicológico. En momentos de ansiedad o tensión, el ronroneo característico de los gatos también tiene un efecto calmante, promoviendo un ambiente más relajado.
Diversos estudios han demostrado que convivir con un gato está asociado con un menor riesgo de desarrollar enfermedades cardiovasculares. La reducción de la presión arterial es uno de los principales beneficios, lo que a su vez reduce el riesgo de padecer problemas como hipertensión o ataques cardíacos. El contacto físico con los gatos estimula la producción de oxitocina, la hormona del amor, que genera una sensación de bienestar y ayuda a regular el sistema cardiovascular.
A pesar de que entre el 5% y el 10% de la población general sufre alergia a los gatos, estudios recientes indican que convivir con estos animales desde una edad temprana puede generar una tolerancia inmunológica. De hecho, niños que crecen con gatos desarrollan menos probabilidades de sufrir asma y otras afecciones respiratorias. Un estudio realizado en España reveló que aquellos menores expuestos a felinos presentaban una menor incidencia de sensibilización alérgica y mostraban un mejor desarrollo inmunológico.
Este hallazgo es especialmente relevante en niños con antecedentes de alergias, ya que convivir con gatos puede ayudarles a fortalecer su sistema inmunológico a lo largo del tiempo.
Los gatos han demostrado ser una gran ayuda para los niños y adultos con trastornos del espectro autista (TEA). Un estudio dirigido por la profesora Marine Grandgeorge en 2020 reveló que los gatos establecen un tipo de comunicación no verbal que parece ser más adecuada para las personas con TEA. Mientras que los perros suelen mantener miradas prolongadas, los gatos prefieren miradas cortas y frecuentes, un estilo que coincide con las preferencias comunicativas de las personas con este trastorno.
Además, se ha observado que los niños con TEA desarrollan vínculos más fuertes con los gatos que con otras mascotas, mejorando así sus habilidades sociales y emocionales.
Para muchas personas, especialmente aquellas que viven solas o atraviesan momentos difíciles, los gatos se convierten en una fuente inagotable de compañía y apoyo emocional. Según una encuesta realizada en 2011, el 87% de las personas que convivían con un gato afirmaron que su mascota había tenido un impacto positivo en su vida. El 75% aseguró que la presencia de su felino les ayudaba a sobrellevar mejor las rutinas diarias.
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Los gatos no solo proporcionan compañía, sino que también fomentan la confianza en uno mismo y generan una sensación de estabilidad emocional. En momentos de soledad o tristeza, los felinos están ahí para ofrecer su presencia silenciosa y reconfortante.
Ver a un gato jugar o simplemente observar su comportamiento tiene un efecto positivo en nuestro estado de ánimo. Los gatos, con sus movimientos ágiles y su curiosa forma de interactuar con el entorno, generan alegría y bienestar en las personas que los rodean. Además, estudios sugieren que los dueños de gatos suelen tener una vida más equilibrada y se sienten más relajados en comparación con aquellos que no tienen mascotas.
El vínculo emocional que se desarrolla con los gatos también contribuye a una sensación general de felicidad, lo que se traduce en una mayor satisfacción personal y emocional.
Convivir con un gato también puede influir en la adopción de hábitos más saludables. Aunque los gatos no requieren paseos como los perros, el hecho de cuidar de una mascota promueve la responsabilidad y el autocuidado. Las personas que tienen gatos suelen ser más conscientes de sus propios hábitos de vida, incluyendo la adopción de rutinas más organizadas y la atención a su propio bienestar emocional.
Además, los gatos son animales limpios y organizados, lo que puede influir positivamente en el entorno del hogar y en la rutina diaria de sus dueños, promoviendo un ambiente más ordenado y relajado.
En conclusión, convivir con un gato ofrece múltiples beneficios para la salud, desde la mejora del bienestar emocional hasta la reducción de riesgos cardiovasculares. Estos felinos, aunque a veces parecen distantes, establecen un vínculo único con sus dueños que va más allá de lo puramente emocional, generando un impacto positivo en la salud física y mental.