Existen 3.6 millones de niños trabajando en México
No se sabe con certeza cuántos niños están en situación de vulnerabilidad por trabajo en el mundo.
Algunos organismos internacionales como el Fondo de las Naciones Unidas para Infancia (Unicef) o la Organización Internacional del Trabajo (OIT) consideran que esta población es de entre 167 y 250 millones.
En el marco del Día Mundial contra el Trabajo Infantil, que se conmemora este 12 junio, seis de cada 10 niños están en la búsqueda de formas de subsistencia informal, pero honesta; incluso, algunos llegan a matricularse y egresar de instituciones de educación superior.
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El trabajo infantil pone en riesgo a los menores y viola tanto el derecho internacional como las legislaciones nacionales. Priva a los niños de su educación o les exige asumir una doble carga: el trabajo y la escuela. El trabajo infantil, que debe ser eliminado, es un subconjunto de actividades laborales llevadas a cabo por menores de edad e incluye:
Víctor Inzúa Canales, académico de la Escuela Nacional de Trabajo Social (ENTS) de la UNAM, resaltó que los infantes son seres humanos que aún no deben cumplir con un trabajo, pues “no han gozado de su niñez. Además de ser pequeños física y mentalmente, emocionalmente tienen otras características, pero ante las circunstancias del país las familias en pobreza extrema recurren a ellos para que contribuyan”.
Estos niños están inmersos en una realidad paradójica: por un lado, la calle, la pobreza y la marginación se han convertido en una forma cotidiana de vivir y, por otro, ese espacio es donde buscan la libertad, a veces a costa de su integridad.
En México hay 3.6 millones de menores trabajadores (entre cinco y 17 años de edad), que es la mitad de la cifra reportada para la región de América Latina y el Caribe.
La situación en la calle incrementa su vulnerabilidad debido a la violencia, adicciones, delincuencia y marginación social. Pero según los estudios y muestras del universitario, sólo cuatro de cada 10 cae en problemas de adicciones y delincuencia.
En la Ciudad de México son enseñados a realizar ciertas labores de carácter estacional como el ambulantaje, el trabajo en pequeños talleres y de tipo doméstico a domicilio; esto da lugar a la explotación, que implica actividades rudas que por su naturaleza resultan peligrosas y generan daños físicos y psicológicos que impiden su desarrollo y los marcarán el resto de su vida, entre ellas la prostitución, afirmó.
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Los niños trabajadores en condición de calle generan redes de apoyo que les permite generarse contextos favorables; además, construyen pequeñas comunidades, principalmente en jardines o bajo puentes. En tanto, aquellos que no han roto relaciones con sus familias reúnen dinero para apoyarlas, pero continúan viviendo en la calle.
La falta de políticas públicas de atención a la infancia y la adolescencia, incrementan su vulnerabilidad; ejemplo de ello son las llamadas “limpiezas sociales”, que son el retiro de estos grupos de los sitios en donde se establecen.
En sus estudios, Víctor Inzúa encontró discriminación de género: una familia que tiene un local en un mercado público no permite que el niño acuda a la escuela; la niña sí puede ir, pero tiene una doble o triple jornada, pues para estudiar debe realizar labores domésticas, cuidar de los hermanos menores y ayudar en el negocio.
Hizo un llamado a erradicar el trabajo infantil en todas sus modalidades, generar políticas públicas de atención que sean aplicables, velar por la protección de los pequeños y garantizar el ejercicio pleno de sus derechos humanos, al igual que las obligaciones propias de su edad.
¿Conoces a algún niño que esté pasando por este tormento?
Fuente: Dirección General de Comunicación Social, UNAM