El club de las madres rebeldes

Es una comedia que no toma riesgos, pero que cumple su cometido: hacerte reír a carcajadas.

Amy (Mila Kunis) tiene la vida perfecta: un esposo amoroso, dos hijos perfectos y un trabajo relajado que le permite cumplir con todas sus obligaciones de madre y esposa. Sin embargo el estrés de llevar la vida perfecta la hace explotar y liberarse de todas sus responsabilidades. Amy unirá fuerzas con dos mamás en la misma situación: Carla (Kathryn Hahn), la mama desfachatada, y Kiki (Kristen Bell), la mama sumisa, para rebelarse en contra del concepto de “madres perfectas”. Su camino a la liberación comenzará derrotando a Gwendolyn (Christina Applegate), la epítome de las mujer perfecta.

A primera vista parece ser que el tema central que la película plantea son “los problemas y presiones de ser madre en el siglo XXI”. A pesar de que sí llega a tocar estos temas y el empoderamiento femenino, nunca llega ahondar en ellos. Es más: los satiriza y lo que verdaderamente quiere transmitir es “relájate, no te tomes todo tan en serio, incluso la maternidad”.

A pesar de establecer congruentemente los argumentos y viajes personales de cada una al inicio, durante el transcurso del largometraje estos pierden toda la fuerza. Para el desenlace, la trama se ha desinflado por completo y nos enfrentamos a otra cinta del montón con un apresurado –e injustificado– final feliz. La frágil trama es sólo la justificación para llevar a cabo su objetivo: hacer reír.

Así, lo que carece de originalidad y narrativa, lo compensa con la comedia. Sin duda, lo que soporta a la cinta es el guión repleto de chistes acertados –y subidos de tono– sobre la maternidad, la crisis de la mediana edad, e incluso unas cuantas referencias cinéfilas. Haciendo que estos chistes cobren vida esta la mancuerna entre el trío Kunis, Bell y Hahn, la cual es una decisión de elenco muy acertada. Particularmente, la actriz Kathryn Hahn –responsable de la mayoría de las risas de la cinta– brilla en el papel de la mamá vulgar, clasificación R, y sin pelos en la lengua. A esta fórmula entra una dosis perfecta de Christina Applegate, quien funciona como la “Regina George” del grupo y el catalizador de todas sus irreverencias. La actuación de Jada Pinkett Smith como una de “las plásticas” (el grupo de mamás populares y perfectas) pasa desapercibida. A pesar de que es refrescante verla en un papel tan mesurado y cuidado, su escaso tiempo en pantalla como la compinche de la “abeja reina” que carece de personalidad propia la vuelven un personaje olvidable. Al final, el filme no nos queda debiendo nada, ya que no es pretensioso en el sentido que nos hace creer que será un historia profunda con moraleja incluida sobre lo que es ser una buena madre o una mala madre. Es refrescante en el aspecto que es una comedia femenina sin concesiones y filtros, al estilo Damas en guerra. Estas madres se atreven hacer de todo: hablar de sexo, emborracharse y ¡hasta criticar a sus hijos! Tal vez no brinda nada nuevo al género de las chick flicks, pero la película da lo que promete: un comedia segura y ligera, dirigida tanto a mujeres como a hombres, que te hará reír catárticamente durante 140 minutos. Asegúrense de quedarse en sus asientos una vez que los créditos aparezcan en pantalla para una sorpresa cortesía del elenco.