La organización de voluntarios en la que trabajo recibió un donativo de 1,500 frascos de mayonesa. Antes de partir en misión médica a un poblado remoto, decidimos llevar la mayonesa para repartirla junto con las medicinas gratuitas.
Tras recibir la breve instrucción de tomar una cucharadita de un medicamento tres veces al día, una mujer mayor levantó el frasco de mayonesa que le dimos y preguntó:
—¿Y cuántas veces al día debotomar esto?
Stephanie Sison, Australia
Hace tiempo me dedicaba al trabajo social en un hospital público de ginecoobstetricia. Un día, estando de servicio con una compañera, un hombre se acercó al mostrador para pedir información sobre su esposa y su bebé recién nacido.
—¿Es alta? —le preguntó mi compañera, refiriéndose a si la esposa saldría del hospital ese día.
Algo confundido, el hombre dijo:
—No, es bajita y con sobrepeso.
María Elena Molina, Ciudad de México
Un día, el ascensor del edificio donde vivo tuvo una falla y varias personas quedamos atrapadas dentro. Al ver que había un letrero con dos números telefónicos para emergencias, decidí llamar al primero y explicar nuestra situación.
Tras un largo silencio, el hombre que contestó me dijo:
—No sé qué podría hacer por ustedes. Soy psicólogo.
—¿Psicólogo? ¡Pero su número aparece aquí como teléfono para emergencias! ¿No puede ayudarnos?
—Bueno —respondió en tono calmado—. Dígame, ¿qué se siente estar atrapado en un ascensor?
Christine Quinn, Estados Unidos
La que manda, paga
Cuando mi hija, que estudia la universidad, vino a casa a pasar las vacaciones, se hizo un examen de la vista en el consultorio de oftalmología donde trabajo yo como encargada. Le entregué un formulario para que lo llenara; luego, al revisarlo, no pude evitar reír al ver que en el renglón “Forma de pago” ella había escrito: “Mi mamá”.
Shirley Kudrna, Estados Unidos
