Todas las mañanas le llevo el té a mi esposa en piyama. ¿Creen que ella me lo agradece? ¡Para nada! Se queja diciendo que preferiría que se lo llevara en una taza.
Todas las mañanas le llevo el té a mi esposa en piyama. ¿Creen que ella me lo agradece? ¡Para nada! Se queja diciendo que preferiría que se lo llevara en una taza.
Eric Morecambe, comediante
Para no tener que quitar las luces navideñas, voy a convertir mi casa en un restaurante italiano.
@pmclellan
Si quieres hacer monólogos humorísticos en el Reino Unido, forzosamente debes decir palabrotas. En Alemania no hace falta maldecir. Supongo que es porque las cosas funcionan como deben.
Henning Wehn, comediante
Cierta vez iba yo conduciendo por la carretera cuando mi jefe llamó por teléfono y anunció:
—¡Te dieron un ascenso!
No pude evitar dar un bandazo.
Minutos después, telefoneó de nuevo para decir:
—¡Te volvieron a ascender!
Viré bruscamente.
Luego, llamó una tercera vez y exclamó:
—¡Eres director ejecutivo!
Esta vez me impacté contra un árbol que estaba en la orilla.
Segundos más tarde llegó una patrulla, bajó de ella un oficial, se acercó a la ventanilla y me preguntó:
—¿Qué sucedió, señor?
—No lo va usted a creer —respondí—, ¡pero mi carrera me sacó del camino!
Tim Vine, comediante
El 4 de septiembre pasado se cumplieron 138 años desde que Thomas Alva Edison llevó la luz eléctrica al Bajo Manhattan. En honor a eso presentamos una selección de chistes sobre focos:
P: ¿Cuántos vendedores telefónicos se necesitan para cambiar un foco?
R: Solo uno, pero tiene que hacerlo justo cuando estás cenando.
P: ¿Cuántos adolescentes de 16 años se necesitan para cambiar un foco?
R: ¡Ash… como sea!
P: ¿Cuántos economistas se necesitan para cambiar un foco?
R: Ninguno. Si el foco necesitaba cambiarse, ya lo habría hecho el mercado.
P: ¿Cuántas personas de servicio técnico se necesitan para cambiar un foco?
R: Por favor, dígame qué tipo de bombilla tiene usted. El problema podría deberse a cuatro o cinco causas. Veamos, ¿ya encendió y apagó el interruptor de la luz?
