Los territorios del Imperio Británico heredaron la costumbre de conducir por la izquierda. A principios del siglo XIX, Singapur y Hong Kong recibieron la consigna de seguir esta norma. En 1859, Japón, gran admirador de muchas costumbres británicas, decidió copiarlas.
China y Filipinas imitaron a sus vecinos, pero en 1946, China cambió a la derecha. No obstante, hoy día muchos países asiáticos conducen por la izquierda.
El porqué en Estados Unidos, antigua colonia británica, se conduce por la derecha sigue siendo tema de discusión hasta el presente. Cualquiera que haya sido la norma a seguir por los británicos durante la ocupación, ya no lo es más.
Es probable que las normas actuales hayan tenido su origen a fines del siglo XVIII, cuando grandes vagones de carga eran tirados por seis u ocho caballos, uncidos por parejas. Entre éstos se encontraban las carretas de Conestoga, que recorrían el oriente de Estados Unidos, predecesoras de los carromatos de colonos que partían hacia el oeste.
Esas carretas, diseñadas para transportar trigo del valle de Conestoga en Pennsylvania hacia las ciudades cercanas, carecían de asiento para el conductor. Seguían la norma común en Europa, según la cual el conductor controlaba el grupo, montado a horcajadas en el lomo del caballo de la izquierda.
Cuando dos carretas se encontraban de frente en un camino estrecho y lleno de agujeros, era más fácil apartarse a la derecha, así cada conductor tenía mejor visibilidad.
En la actualidad, sólo la cuarta parte de, cuando menos, 230 países y territorios con administración independiente conduce por la izquierda. En tres de los países más poblados de todo el orbe, China, Estados Unidos y la antigua Unión Soviética, se conduce por la derecha.
Hace pocos años, Suecia, Islandia, Birmania, Nigeria y Bahrein han dictaminado seguir esta norma, mientras que Okinawa y Timor Oriental han cambiado a la izquierda.
El acercamiento entre Europa y Gran Bretaña, que está aumentando con el Eurotúnel, es otro motivo de presión para que se decida cambiar a la derecha.
El mundo y sus porqués
