El futuro suegro le pregunta al novio de su hija:
—¿Es usted capaz de mantener a una familia?
Sorprendido, el joven responde:
—La verdad, no. Pienso mantener sólo a su hija. El resto de ustedes tendrá que arreglárselas como pueda.
Enviado por Mary Brennan, Australia
Mientras huye por el desierto afgano, un sediento talibán se topa con un hombre de baja estatura que vende corbatas.
—¿Tiene usted agua? —le pregunta.
—No, ¿pero le gustaría comprar una corbata? Cuesta 50 libras.
—¡Idiota! —exclama el rebelde—. No necesito una corbata costosa. Debería matarlo, pero antes necesito encontrar agua.
—Está bien —contesta el vendedor con calma—. No me importa si no quiere comprar corbatas o si me detesta. Le voy a demostrar que soy un hombre superior. Siga caminando por esa colina unos seis kilómetros y encontrará un hermoso restaurante. Allí tienen toda el agua helada que usted necesita.
Refunfuñando, el talibán comienza a subir con dificultad por la colina. Varias horas después, regresa haciendo eses al puesto de corbatas, a punto de desfallecer.
—¡El infeliz de tu hermano no me dejó entrar al restaurante sin corbata!
Enviado por Stuart Wignall, Reino Unido
Al ver un letrero que decía “Cuidado: niños pequeños jugando”, disminuí la velocidad del auto, pero luego me di cuenta de que no les tengo miedo a los niños pequeños.
Enviado por Jonathan Katz, Estados Unidos
Juan está batallando para cargar dos enormes maletas, y un hombre que pasa a su lado le pregunta la hora. Tras echar un vistazo a su muñeca, Juan responde:
—Son cuarto para las seis.
—Es un hermoso reloj —comenta el extraño.
—Gracias —responde Juan—, yo lo fabriqué. Puede decir en voz alta la hora de cualquier ciudad, en cualquier idioma. Además, tiene sistema de localización por satélite y reproductor de MP3.
—¡Vaya! —exclama el hombre—. ¿Cuánto cuesta?
—En realidad, es un prototipo. No está a la venta.
—Le doy 1,000 dólares por él.
—No puedo aceptar. Todavía no está listo.
—¡Le ofrezco 5,000 dólares!
—Bueno, está bien, pero…
El transeúnte le entrega un grueso fajo de billetes a Juan, toma el reloj y sigue su camino.
—¡Espere! —grita Juan, corriendo detrás de él con las maletas—. ¡Llévese también las baterías!
Enviado por Michael y Edith Millar
Un camellito entra en la habitación de sus padres a las 3 de la madrugada y les pide que le den un vaso de agua.
—¿Otro? —dice su padre—. Es el segundo que te tomas este mes.
Enviado por Peter Bacanin, Reino Unido
